La escuela latinoaméricana sufre tales
consecuencias en su quehacer cotidiano, que con frecuencia se viste de
violencia, maltrato, formas apresuradas y gravosas de las personas,
desatención y descuido de los más vulnerables. Por esolaescuela parece
contribuir poco a atemperar la violencia social y el deficiente clima
colectivo en ciudades y comunidades.
Sin
embargo , la escuela sí puede atemperar, mediante la formación de los
ciudadanos que contribuyan a construir una sociedad mejor. Lograrlo
significa mejorar la convivencia escolar, para que se favorezca el
aprender con profundidad. Si unimos esta necesidad a la misión de la
escuela de compartir el capital cultural, el acto pedagógico orientado
a lograr ese objetivo será un acto generoso y político, de entrega a
otros y de recepción de lo que otros pretenden entregar, un acto de
dialogo, donde se comparten lenguajes y códigos, que requiere de
respeto y proyectos compartidos.
Desde el
marco del socio-constructivismo del aprendizaje, la convivencia escolar
es ontológicamente determinante del aprendizaje significativo, puesto
que no cualquier convivencia escolar permite compartir y construir
conocimiento significativo. Desde este marco, cuando nos enfrentamos a
indicadores deficientes de aprendizaje, se hace evidente la necesidad
de atender la dimensión de la convivencia en la comunidad escolar".
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